El Antiguo Cementerio Judío de Praga, situado en el centro del barrio judío de la ciudad, Josefov, es un lugar sobrecogedor y lleno de historia. Aunque no está claro cuando se fundó exactamente este camposanto, la tumba más antigua que se conserva en él es la del rabino y poeta Avigdor Kara y data de 1439.
Fue utilizado hasta 1787 y por espacio de varios siglos, fue también el único lugar de Praga donde podían ser enterrados los judíos. En él se acumulan las tumbas y las lápidas torcidas, ya que debido a la falta de espacio y, siguiendo las leyes judías que prohíbe destruir o transportar tumbas judías, los cuerpos se empezaron a enterrar unos encima de otros. Se llegaron a apilar más de 10 cadáveres en un mismo lugar. A fecha de hoy se pueden ver en el cementerio judío de Praga unas 12.000 lápidas, bajo las cuales se calcula que hay enterradas alrededor de 100.000 personas.
Aunque no seas asiduo al turismo en cementerios, la visita a este en concreto es muy recomendable. Probablemente, el cementerio judío de Praga sea uno de los lugares más impactantes de la ciudad junto con el reloj astronómico.
El Viejo Cementerio Judío está junto al Museo Judío de Praga. Puede visitarse de de 9 h. a 16:30 h. en temporada de invierno (de noviembre a marzo) y de 9 h. a 18 h. en horario de verano (de abril a octubre). Los sábados está cerrado.
La entrada cuesta 300 coronas checas, que al cambio son unos 12 euros. Por un poco más, también puedes comprar una entrada conjunta que permite visitar el cementerio y las sinagogas de la Ciudad Vieja.
Otro cementerio interesante que se puede visitar mientras estamos de turismo urbano en la capital checa es el de Olsany. Es el más grande de la ciudad. Tiene varias esculturas de estilo art nouveau y en él se hallan las tumbas de muchos escritores y personajes famosos.