La única ciudad del mundo que ha sido capital de tres imperios –Romano, Bizantino y Otomano– es una ciudad de contrastes. La urbe más grande de Turquía se encuentra dividida por el Estrecho del Bósforo, entre dos continentes: Europa y Asia. Todas estas características la hacen una ciudad hipnotizante, moderna pero histórica, europea pero asiática, llena de exotismo, luz, colores, bulliciosos bazares… La ciudad tiene un perfume y encanto especial, entre incienso y especias, y os proponemos descubrirlo en vuestras próximas vacaciones, como una de nuestras propuestas de destino. Manos a la obra, reserva vuelos y busca hoteles baratos en Estambul -haberlos, ¡haylos!- y rumbo a esta evocadora ciudad…
Con casi 15 millones de habitantes, de mayoría musulmana, con minorías de cristianos y judíos, Estambul fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. Todos los visitantes quedan fascinados con esta ciudad excesivamente occidental para ser solamente asiática… y muy oriental para ser exclusivamente europea. La lucha y equilibrio entre lo tradicional y lo moderno recorre todo el ambiente.
Con más de 2500 mezquitas, Estambul se quita el velo para mostrar sus secretos a todos los viajeros y turistas, propios y extraños. La Plaza Taskim es el corazón de la moderna Estambul, en la parte europea, en una zona comercial y de ocio, conocida por sus tiendas, bares, hoteles y restaurantes. Se celebran eventos públicos y sociales. Por la noche, deberíais visitar uno de sus bares, en los que hay cantantes de música turca y bailarinas de danza del vientre.
La mezquita más importante de la ciudad es la Mezquita Azul. Del S. XVII, está considerada la mejor obra de la arquitectura otomana, destacando su gran cúpula, los seis minaretes y los más de de 20.000 azulejos que decoran la cúpula y la parte superior de la mezquita. El nombre se debe precisamente al color azul vivo y verde de estos mosaicos. Aunque está iluminada con lámparas de araña colgadas en el techo, los 260 ventanales alineados en cinco niveles son los que permiten que entre la luz. Le dan una imagen espectacular e impresionante. Lo mejor es visitarla en días soleados. Entrad con ropa adecuada y descalzos, con los hombros y el pelo de la mujer tapados. Está en el centro histórico de la ciudad, enfrente de Santa Sofía, y muy cerca del Palacio Topkapi. Desde este punto, con estas vacaciones, dominaréis los dos mares que rodean la ciudad .
En Sultanahmet, muy cerca de los principales monumentos turísticos, está el hipódromo romano. Fue construido en el año 200 d.C. y engrandecido por Constantino el Grande. Supuso el centro de diversión de la ciudad, durante más de mil años. Tenían lugar los circos, carreras de carros, espectáculos con fieras, músicos, bailarines, etc. Dentro admiraréis, especialmente en vuestro viaje, el Obelisco Egipcio, la Columna Serpentina, la Columna de Constantino o la Fuente Alemana, únicos monumentos que han sobrevivido con el paso del tiempo.
Otro de los monumentos principales es la iglesia de Santa Sofía o, como la llaman los turcos, Aya Sofya. Significa “casa de la sabiduría divina”. Es una de las obras maestras del arte bizantino y está situada en el lugar más alto de la ciudad. Representa la estampa más conocida de Estambul, con su cúpula y sus cuatro minaretes. A lo largo de su historia ha sido iglesia, mezquita y, desde 1935, museo. De todos modos, muchas personas siguen acudiendo aquí como centro de la espiritualidad, aunque sea en privado. Destaca por el tamaño de la sala principal y sus medallones decorativos. Fue la primera construcción de base cuadrada de grandes dimensiones que se cubrió con una cúpula central y dos pequeñas semicúpulas. Es la cuarta iglesia en cuanto a espacio cubierto mayor del mundo, después de San Pablo en Londres, San Pedro en Roma y el Duomo en Milán. En la segunda planta admiraréis los mosaicos, de gran valor histórico. Están hechos de vidrios transparentes o de colores, sobre hojas de oro. El más importante es el del Emperador Constantino con su emperatriz. Por supuesto, en estas vacaciones no os podéis perder las vistas de la Mezquita Azul desde alguna de las ventanas de esta planta.
El edificio más grande del país es el Palacio Dolmabahce, que sirvió de palacio presidencial. Se caracteriza por la mezcla de estilos entre occidentales, como el barroco y neoclásico, y el otomano. Es un claro ejemplo del lujo y ostentación de los sultanes: 285 habitaciones, 68 lavabos, 6 baños turcos, 43 salas y preciosos jardines. Hoy en día es un museo. Aunque está un poco alejado del centro histórico y solo se puede recorrer con visita guiada, hay dos partes que merece la pena contemplar. El Selamlik, son los salones oficiales y salas administrativas. Impresiona la Escalera de Cristal y el Salón del Trono, con la lámpara de araña más grande del palacio. Por su parte, el Harén, son las habitaciones privadas del Sultán y de su familia. Es recomendable llegar pronto, para evitar colas.
Conectando el viejo con el moderno Estambul está el puente Galata, en el estuario llamado Cuerno de Oro. No une solamente varias zonas de la ciudad. Es un símbolo de la unión de culturas distintas. Hay mercados locales por la zona, varios restaurantes y cafeterías en los que degustaréis platos típicos turcos y pescados frescos. Una delicia más es contemplar a los pescadores pescar, vendiendo su captura a los restaurantes y el ir y venir de los barcos. Cruzando el puente Galata empezaréis a ver las siluetas de las mezquitas, imagen típica de la ciudad. Os recomendamos un café – terraza en la azotea del Galata Konak Café. Tiene unas vistas fantásticas de la parte vieja.
Si queréis una de las mejores panorámicas de la ciudad, mientras disfrutáis de vuestras vacaciones, no lo dudéis. Tenéis que subir a lo alto de la Torre Galata, una de las más antiguas del mundo. Se caracteriza por la anchura de sus paredes, que va disminuyendo según se asciende, con apenas 20 centímetros en la parte superior. Contemplarla al atardecer es espectacular y es una de las experiencias recomendadas en todos los blogs de viajes. Pero si deseáis pasar una noche especial, en la Torre se celebran cenas con baile, barra libre y espectáculo.
Estambul es también un gran centro para las compras. Hay cientos de tiendas de artesanía, moda, productos gastronómicos e incluso falsificaciones. Los productos más conocidos de Turquía son las alfombras, antigüedades, delicias turcas y baklavas, frutos secos, té, quesos y especias, como el azafrán iraní. El lugar ideal para las compras son los bazares, así que son parada obligada en estas vacaciones. El Gran Bazar es uno de los más antiguos y grandes del mundo, con más de 3600 puestos, repartidos en 64 calles y 22 puertas de entrada al recinto. Aquí podréis comprar artesanía, joyas y ropa. Es una visita maravillosa, para pasear entre tiendas de miles de colores, durante todo el tiempo que queráis, y el lugar ideal para regatear, que es “obligatorio”. Supone una parte importante de la compra-venta. Siempre que se haga con respeto, es un divertido juego, teniendo en mente lo que queréis comprar y hasta dónde podéis llegar. El Bazar de las Especias, también llamado bazar egipcio, es el lugar ideal para la compra de productos típicos, como frutos secos, dulces, quesos y, por supuesto, especias. Más que un mercado, es un placer. Está cerca del Puente Galata, y tiene 6 puertas de acceso. En el exterior está también el mercado de flores y aves y la Nueva Mezquita. Entre el Bazar Egipcio y la Nueva Mezquita hay un pequeño parque con unas agradables terrazas.
El Palacio Topkapi representa el máximo esplendor del Imperio Otomano. Simboliza el poder que alcanzó la ciudad. Desde aquí, los sultanes gobernaban. Fue ampliado y enriquecido por los gobernantes que lo fueron habitando. En torno a cuatro patios, se distribuyen una serie de edificios, entre cocina, establos reales, tesoro, sala de armas,… En su interior amurallado están varios museos, como el de Antigüedades, Antigüo Oriente o el de Arte Turco e Islámico. Una de las partes imprescindibles de ver es el Tesoro, con objetos de gran valor, como el Diamante del cucharero o el puñal topkapi. En el Harén, vivía el Sultán y su familia. Hay que visitarlos a primera hora, para evitar colas.
La Cisterna Basílica es la más grande de todas las que se construyeron en la ciudad durante el Imperio Bizantino. Aquí se depositaba el agua traída a través del acueducto de Valente, para tener reservas de agua, en caso de ser atacados o en época de sequía. Está formada por una estructura de 140m. de largo y 70 de ancho, con 336 columnas, que sujetan el techo. Sobre el agua, se construyeron unas pasarelas para permitir dar un paseo por el interior del, también llamado, “Palacio Sumergido”. Dos de esas columnas reposan sobre dos cabezas de Medusas. La Cisterna es un remanso de paz y tranquilidad, a unos 10 m. de profundidad, en contraste con el ajetreo de la ciudad. Rodeados de peces, luces ambientales, música suave y el murmullo del agua, sentiréis flotar en el ambiente, con una atmósfera casi mística.
En el lado asiático del Bósforo encontraréis el Palacio de Beylerbeyi, un edificio del S. XVI, que sirvió de residencia de verano. Significa “el señor de los señores”. Está dividido en dos partes, Selamlik y Harén, con 26 habitaciones y 6 grandes salas. Su decoración es una mezcla de Oriente, Occidente y Turquía. El mobiliario, las lámparas, la porcelana china y japonesa, los relojes franceses y las alfombras están muy bien conservados. Hay una sala con una piscina en el interior. Tiene unas vistas excepcionales, con cuidados jardines, piscinas, terrazas y establos.
Hay una excursión que no podéis perderos, el Crucero por el Bósforo. Saliendo desde el puerto de Eminönü, durante el trayecto veréis varios palacios y disfrutaréis de la vida en la ciudad, más allá del centro histórico. Hay que escoger bien los asientos. Aunque se puede pasar un poco de frío, los asientos exteriores tienen buenas vistas. Aún así, aunque haga frío, merece la pena. Los mejores tours duran un par de horas y llegan hasta el segundo puente del Bósforo. En la zona del Eminönü degustaréis un buen bocata de caballa, sentados en alguno de los puestos, mientras contempláis como se mecen las barcas.
Estambul tiene una parte lujosa, cosmopolita y bohemia, con edificios Art Nouveau, desconocida por muchos, representada por el barrio Nisantasi. Es el barrio más europeo de la ciudad, que contrasta con las mezquitas, palacios y tradiciones de Estambul. Se la conoce como Los Campos Elíseos, por su glamour y ambiente chic. Tiendas de lujo, como Chanel, Prada, Louis Vuitton, Cartier o Tiffany´s, distribuidas en cuatro calles, o incluso agrupadas en centros comerciales lujosos, como City´s. En estas calles también encontraréis restaurantes de alta gama, cafés como el de Armani, en su propia tienda, pastelerías, pubs como Nis o el inglés Shield North. Por la zona viven intelectuales y artistas extranjeros y turcos. Otra cosa que no debéis perderos es los Derviches. En algunas mezquitas, como Nurettin Tekkel Karagúmrúk Camí, en la calle Nurettin Tekkesi, se hace la ceremonia y admiten a los viajeros, durante más o menos dos horas.
Un placer más es descubrir la gastronomía típica. En la cuna del auténtico kebab y durum, la carne de cordero es de un sabor más fuerte. Los restaurantes de comida tradicional son una maravilla. Probad el testi kebab, una especie de guiso de carne, hecho en un recipiente de cerámica, que se rompe para servir, y el pollo a la miel. Durante la cena, pedid raki, un licor de anís. A veces, se sirven dos vasos, uno con Raki y agua al 50% y otro con agua. La manera tradicional para tomarlo es muy frío y alternando los vasos. Os recomendamos los puestos de mazorcas de maíz, castañas, simit o rosquillas y bollos. El chocolate y los yogures también están buenísimos. Las pastelerías no pueden faltar, con delicias turcas y baklava, un pastel elaborado con frutos secos triturados, nueces, pasta filo y jarabe de miel, recubiertos con chocolate o pistacho. Pararos a tomar té, una de las bebidas de la zona, en especial el de manzana.
Imprescindible ir a un baño turco, la versión otomana de las termas romanas. Aquí se combina la función social y cultural con la limpieza del cuerpo y la relajación. Id a un Hammam, como el de Suleymaniye. Es el único baño tradicional turco que ofrece servicio mixto. Con más de 450 años, es uno de los más antiguos. La entrada incluye toallas, chanclas, ropa necesaria, un bikini y pantalón corto para ella y un pestemal para él, un masaje con jabón y lavado exfoliante. El paquete común incluye un masaje de aceite de media hora. Los masajes turcos son fuertes y recuerdan a los tailandeses. Los tratamientos se dan al mismo tiempo a la pareja en la misma sala. Todos los masajistas son hombres.
Estambul es el paraíso de los contrastes, el mestizaje y las sensaciones. El interior de las mezquitas con su silencio e iluminación especial, si no provocan a la oración, os harán reflexionar y meditar. Nunca olvidaréis el sonido de la llamada de los sacerdotes a la oración, cinco veces al día y la devoción para ir a la mezquita. Una ciudad con una atmósfera de respeto que inunda todos los aspectos de su vida.
TEXTO: Laura Medina, Community Manager y bloguera especializada en Turismo y Viajes