La capital portuguesa conserva un encanto especial de ciudad en decadencia, con ese halo de romanticismo que impregna cada uno de sus rincones. Un lugar ideal para disfrutar de unos días en pareja o para escaparnos en vacaciones con amigos. La realidad es que a nadie deja indiferente: unos nos quedamos como embrujados ante ese ambiente bohemio y desvencijado y otros, los menos, todo hay que decirlo, no terminan de encontrarle ese buen sabor de boca que nos deja a los corazones de espíritu viajero.
Se ha escrito mucho de Lisboa y sus monumentos, plazas, restaurantes y rincones. Pero lo que proponemos es, una vez tengamos medio de transporte y seleccionemos hoteles en Lisboa, descubrir cómo late la vida en cada uno de sus barrios. Y empezamos por el más antiguo de todos, Alfama. Es el más enraizado de la ciudad original y nos ofrece estampas que no podrás dejar de fotografiar. Calles estrechas empedradas con ropa colgando de los balcones y las mejores vistas en los ‘miradoiros’ de Santa Lucía o Portas do Sol.
Y del más antiguo… al más bullicioso. El Barrio Alto. Es el lugar de los noctámbulos y donde se recomienda a los jóvenes de vacaciones acudir en las visitas a Lisboa. Hay todo tipo de bares y pubs, desde luego, y sus calles, también angostas, estrechas y empinadas, hacen que las noches sean más especiales y que nunca sepamos donde vamos a terminar.
De la marcha y el ambiente de la juventud, a la barriada más elegante, el Chiado. Antiguo patio de vecinos de conocidos escritores lusos, hoy es una potencia comercial con mucho encanto y chispa y en sus cercanías hay que decir que podemos encontrar hoteles con encanto y lugares donde poder alojarnos.
Si hasta ahora nos hemos movido de barrio a barrio, toca ahora el turno a las plazas lisboetas: anotaros estas y no dejéis de visitarlas: la plaza del Marqués de Pombal, donde podemos iniciar el circuito; la Praça dos Restauradores y su obelisco a los héroes qu eliberarn Lisboa de los españoles; la Praça Dom Pedro IV; muy cerquita, Praça da Figueira y Praça do Comércio, con su icónico Arco Triunfal frente al Tajo.
Esto es solo un resumen, un aperitivo, de una de las capitales europeas con más encanto y más visitadas del Viejo Continente. No nos extraña. Por su espíritu bohemo, el Tajo, sus vanguardias, los tranvías atravesando la ciudad, cosmopolitismo, sensualidad, gastronomía. Poco más se puede pedir.