Hará ahora tres años que pisé por primera vez la isla tranquila. Menorca, la hermana pequeña de Mallorca, más hermosa y con más encanto que esta. Más bonita que ninguna, me atrevería a decir. Llevaba pocas horas disfrutando del azul turquesa de sus aguas y de la arena fina de sus playas cuando me pregunté… ¿Y la gente sigue cruzando el océano para viajar al Caribe?
En ocasiones no nos damos cuenta de que tenemos muy cerquita auténticos paraísos que nada tienen que envidiar a destinos mucho más famosos y mediáticos.
Varias son las cualidades por las que puedo afirmar, con conocimiento de causa, que es este uno de los destinos más acertados para pasar unos días de vacaciones alejados del estrés diario, del trabajo, de los problemas, de la ‘otra vida’, en definitiva. Coquetos pueblos marineros, donde los vecinos siguen dejando abiertas las puertas de par en par, como invitándonos a pasar, calas a las que se llega a través de angostos caminos, playas que se cuida de no masificarlas –semáforo incluido para prohibir el paso cuando ya están completas-, riquísima gastronomía regional y las más hermosas puestas de sol, como veremos más adelante. Estos son los ‘por qué hay que ir’ alguna vez en la vida a mi isla bonita, Menorca.
Os lo dice alguien que viene del sur, de Málaga, y este post va dedicado a otra malagueña salerosa, mi prima Rosi, que va a viajar en unos días a la estrella de las Baleares. Para ir abriendo boca, os dejo el spot que Estrella Damm dedicó a Menorca hace unos años y que os van a mostrar PARTE de lo mucho que vais a disfrutar allí.
Lo recomendable es alquilar un coche nada más llegar a la isla. Es perfecto para moverte por Menorca. Lo vas a necesitar además para llegar a las calas y playitas más recónditas –que suelen ser las más hermosas- con tiempo para que no nos prohíban el paso, como ya os adelantaba. Y ahora llega la pregunta… ¿Por dónde empezar?
Playas y calas que hay que visitar, ¡sí o sí!
Macarella, Macarelleta y Turqueta son probablemente las tres calas más hermosas de Menorca. Todas ellas se encuentran en la zona sur de la isla, cerca de Ciudadela.De Macarella y Macarelleta se dice que compiten en belleza con TURQUETA. Su nombre hace honor al azul de sus aguas. Escondida entre pinos, hay que aparcar en un parking habilitado al efecto y se llega a ella tras unos 10 minutos caminando. Llegaréis al paraíso, una de las calas vírgenes más bonitas del archipiélago balear.
CALA EN BRUT. Única, mi favorita sin lugar a dudas. Fue la primera que visité mi primer día en Menorca y llama la atención porque se trata de una cala sin arena. La gente se sitúa en plataformas de roca pulida y se tiran al mar. Lo transparente de sus aguas hace que sea imposible no lanzarse y darse un chapuzón. Esta se encuentra cerca de Ciudadela, en la zona oeste de la isla, en Cala en Blanes.
Del sur pasamos al norte, para conocer CALA MORELL. Esta es pequeñita, no mide más de 80 metros de largo y 50 de ancho, y está rodeada de acantilados con rocas de formas muy diversas. Eso la hace diferente, desde luego. Aquí, como en la anterior, apenas si hay arena, por lo que habrá que bañarse entre las rocas.
Por último –y es que son otras muchas las que nos encontraremos serpetando toda la cosa-, CALA EN PORTER. Esta también está en el sur. Entre grandes acantilados se abre este cachito de arena blanca y aguas azules. Cuenta con todo tipo de servicios, por lo que pierde ese embrujo de las calas vírgenes que comentábamos al principio, pero merece la pena una visita, ya que es una de las más limpias y tranquilas de Menorca. Bañarse en ella es como estar en una gran piscina de agua salada.
De paseo por…
De la playa, a la ¿ciudad? Añadimos interrogación porque en Menorca los municipios más habitados, Mahón y Ciudadela, no llegan a los 30.000 habitantes. Esto os da ya cuenta de que vamos a encontrar con muchas localidades y pueblos pequeños pero con mucho encanto y sabor marinero. Empezamos pues por estas dos principales.
Ciudadela. De aire señorial, es un placer pasear por sus calles estrechas, recorrer el casco histórico, un pequeño puerto coronado por el Castillo de San Nicolás y tomar algo en plazas y rincones como el Borne o Ses Voltes. No debes perderte pues la Catedral, de los siglos XIII y XIV, las plazas del Borne, la Esplanada, el Castillo, el Puerto y el Ayuntamiento.
Nos pasamos ahora a la otra punta de la isla, a Mahón. Es la capital de Menorca y su puerto está considerado uno de los mejores puertos naturales del mundo. A modo de referencias, es interesante visitar la Fortaleza de la Mola, en la misma bocana del puerto, el Bastión de Sant Roc, un resto de la puerta principal de la muralla que rodeaba la ciudad, y la Iglesia de Santa María, con su órgano del siglo XIX. Para salir de marcha y disfrutar de un ambiente muy juvenil y animado, la zona del puerto es perfecta al caer el sol…
Mahón, Ciudadela, Binibeca, San Luis… Además de sus calas y playas, los municipios que conforman Menorca tienen mucho encanto y conservan el sabor de los que antaño fueran pueblos marineros.
Cerquita de aquí está Binibeca. Está en el sureste de la isla y pertenece a San Luis. Es el típico pueblito de pescadores, con casas blancas, flores en la puerta y en balcones y la quietud hecha poesía, la verdad. Auténtica estampa 100% menorquina que no os podéis ir sin conocer.
Otro de los pueblos marineros que más os va a gustar es Fornells. Este está al norte y es un lugar ideal para probar la Caldereta de Langosta, un plato típico menorquín. Se dice que en ningún sitio se prepara tan rico como en esta localidad, ¡habrá que creerlo… y comprobarlo!
Aprovechando el día que vayáis por el norte, acercaros hasta Faro de Favàritx. Una vez llegues os tendréis que preguntar si habéis llegado a la Luna o cambiado de isla. Pero no, tranquilidad. Es solo que estamos ante un lugar compuesto de roca y fósiles, la parte más antigua de Menorca, un espacio compuesto de pizarra negra que no te dejará indiferente. Tiene acantilados preciosos, por lo que no dudes en darte una vuelta por todo el entorno y tomar fotos. Está en la punta noreste de Menorca.
Junto al faro se encuentra S’Albufera des Grau, el parque natural más importante de la isla. 5.000 hectáreas y uno de los puntos clave de la Reserva de la Biosfera menorquina, encontraréis aves acuáticas y rapaces. Es precioso, pero merece la pena visitarlo si vais a estar bastantes días por Menorca, la verdad.
Y tras un largo e intenso día de calitas, rica gastronomía y paseos por aquí y allá… ¡LA PUESTA DE SOL! Para despedir el día de la mejor forma posible, os recomendamos ir a Cova d’en Xoroi, una gruta natural escarpada sobre un acantilado. Podrás tomar algo mientras dices ‘adiós’ al astro rey. La estampa es única, la verdad, y aunque el sitio es ‘algo’ caro, podemos permitirnos tomar algo para disfrutar del momento. Se encuentra en Cala en Porter, al sur de Menorca.
No querría terminar este post sin haceros unas recomendaciones gastronómicas. Seguro que conocéis por su fama las ensaimadas y sería imperdonable irse de aquí sin probarlas. Ya sean rellenas o no de cabello de ángel, chocolate, sobrasada, crema tostada… También los embutidos locales, con la mítica sobrasada como estrella. El queso de Mahón, que hace las delicias de los ratones como yo, hecho con leche de vaca y con denominación de origen. También la caldereta de langosta, con su indispensable sofrito de cebolla, tomate, ajo y perejil.
Y no querría dejaros ir de Menorca sin visitar un restaurante que tiene ya fama en la zona y que todo el mundo recomienda. Como una turista más que probó su cocina no dudo en decir que SÍ, ¡hay que visitarlo! Se llama Es Cranc y está en el centro de Fornells, a pocos pasos d ela iglesia. Pescados y mariscos de máxima calidad, algo que garantiza el tener su propio vivero de langostas. Como es fácil de deducir, la caldereta de langosta alcanza aquí su máxima expresión. Excelente relación calidad precio la que ofrece este Restaurante capitaneado por J´se y Fernanda. Por si queréis llamar y reservar, aunque yo nosotros no tuvimos que hacerlo, este es el teléfono, 971 37 64 42.
Fin de mi viaje… Comienzo del vuestro, Rosi y Justo. Pasadlo bien. Vosotros y todos los que este verano seguro acertaréis poniendo rumbo a un paraíso que está aquí, en España. Menorca, mi isla bonita…